Una Aproximación a la Pedagogía Waldorf
Nuestro mundo ha hecho grandes progresos en todos los campos de la técnica. Cincuenta años atrás eran casi inimaginables muchos de los elementos que hoy día poseemos y gracias a los cuales se han facilitado enormemente las tareas, se han perfeccionado y se han hecho más rápidas y mucho más sencillas.
Todas estas creaciones han ayudado al hombre en su relación con el medio y también en su relación con los otros y se han ido extendiendo en todos los campos de la vida.
La tecnología, el mundo de la técnica y de la ciencia han dejado ver su capacidad, su valía y su inagotable potencial. Sin menospreciar en todo ello la imaginación del hombre que es siempre la impulsora de todas estas creaciones.
Si nos recreamos un poco en la observación de esta imagen de sociedad tecnológica y científica se nos hace evidente que es una sociedad adulta, abstracta, intelectual y mecánica.
Estos elementos laten en nuestra sociedad y nos envuelven aunque de forma inconsciente y poco a poco van dejando en nosotros su sello. De forma que nuestra manera de actuar, de pensar y de sentir se impregna de estos elementos, haciendo que otros caigan en el olvido; ayudando a ello la falta de tiempo.
Si analizamos ahora las repercusiones que han tenido estos elementos (sociedad adulta, abstracta, intelectual y mecánica) en el campo de la educación y más concretamente en los períodos de educación infantil y primaria, nos encontramos con situaciones tremendas de incomprensión.
Nos encontramos ante dos mundos opuestos incapaces de comunicarse. Una parte la forman los niños, chicos y chicas con sus cualidades propias de admiración, fantasía, imaginación y llenos de vida, que viven en un mundo natural que les es desconocido pero les provoca un gran interés.
La otra parte la forman los adultos y los maestros imbuidos todos ellos de esa concepción adulta e intelectual del mundo.
Durante todo el período escolar ambos mundos conviven, uno intentando educar al otro. Nunca como hasta ahora ha sido tan trágica esta convivencia, y es que nunca como hasta ahora habían sido tan opuestos estos mundos.
Al adulto le tocará cambiar si quiere establecer un contacto educativo con el niño. Y más concretamente la comunidad pedagógica debe plantearse una auténtica reforma educativa. Desprenderse del pensar intelectual propio del ser adulto, alejarse de toda tendencia mecánica y muerta, carente de imaginación y fantasía creadora, e impregnarse de vida anímica y artística de tal forma que lo conceptual deje de ser abstracto.
Tan solo si el mundo adulto, padres y maestros, realizan una transformación pedagógica en esta dirección se podrá restablecer la actividad pedagógica entre las dos partes.
Desde hace años un método pedagógico diferente ha puesto sus raíces trabajando en esta dirección para restablecer el puente educativo: La Pedagogía Waldorf.
Los fundamentos de esta pedagogía dan al maestro y al adulto las bases necesarias para acompañar al niño en su devenir. Para poder crearse, por un lado, una imagen concreta y clara del niño y, por otro lado, una imagen viva y artística del mundo natural y así despertar en el maestro las capacidades creadoras que le permiten construir los puentes de unión despojándolo de la tendencia intelectual propia del ser adulto.
En nuestra civilización moderna esto es lo que nos falta. Tenemos teorías, pero no una vívida visión del mundo, ni del hombre.
Lo importante ahora es que no sigamos durmiendo, ante todo en el campo educativo y docente; que reconozcamos la importancia de una educación que enfoque al hombre integrado por cuerpo, alma y espíritu.