Repensar y recrear la familia

En Pedagogía Waldorf aprendemos a conocer al niño, a todo ser humano, a través de los diversos planos de su ser. Así conocemos que tiene un cuerpo físico y que durante el primer septenio este cuerpecito es conformado desde las fuerzas individuales interiores de cada niño y también desde las impresiones que recibe del exterior. Sabemos que a partir de los 7 años más o menos hasta la pubertad es el cuerpo vital o etérico, con la memoria, el ritmo, el arte… lo que le crea la base para su futuro; también que de los 14 hasta los 21 el cuerpo anímico o astral, el cuerpo de emociones, el pensamiento es cada vez más individualizado para que al llegar a los 21 el Yo pueda ser dueño de sí y comenzar su camino de desarrollo y autoeducación. Cuatro “cuerpos”, cuatro “planos” de su ser: físico, vital o etérico, anímico o astral y el Yo.

El ser humano como organismo físico es así cuatripartito.

¿Habéis pensado alguna vez que todo organismo social formado por seres humanos pudiera tener la misma constitución que sus componentes?

Por ejemplo la Familia.

Pongámoslo con mayúscula por la importancia que tiene este organismo social al ser la cuna de todo ser humano. Cualquiera que sea la “forma” que tome el organismo social de la Familia hemos descubierto que podemos distinguir también en él los cuatro planos de su ser.

  1. Un cuerpo físico: las instalaciones físicas de la casa, los muebles, el espacio exterior, el medio circundante…
  2. Una esencia vital, etérica que se manifiesta en las diversas actividades y procesos y en la conformación de la comunidad de vida. Este obrar de fuerzas se manifiesta en el temperamento dominante distinto de los temperamentos de sus miembros.
  3. Un elemento anímico o astral en el que vive todo sentimiento, voluntad y pensamiento. Estas cualidades las aportan los miembros de la Familia. Es el “clima” familiar.
  4. El Yo. Lo realmente espiritual de una casa, los ideales, esa vida superior que nos guía en la voluntad terrena, algo muy propio de cada Familia que le da su matiz individual, su personalidad como grupo distinto a todos los demás.

Resulta muy interesante observar a nuestra Familia como un organismo vivo. Verdaderamente la vida del Hogar sólo puede ser realmente abarcada en todo su ser si logramos unirnos de un modo consciente con estos cuerpos constitutivos.

Para poder crear un ambiente en el cual la persona pueda ser persona según su ser individual, los adultos debemos saber cuáles son los elementos que deben confluir en el Hogar. Aquí no existe lo correcto o lo erróneo. El camino es individual, ahí reside la revolución, no nos sirven patrones de fuera. Los adultos de cada Familia deben encontrar qué es lo apropiado para SU Familia.

Si reflexionamos sobre la casa, los procesos en ella, la relación entre sus miembros, sus ideales… comenzaremos a caminar un camino individual Familiar, un camino de conciencia Familiar.

¡Os invitamos a ello!

Por Mari Carmen García Baños