Fiesta de San Miguel (interna) Primaria y secundaria

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La tradición cristiana celebra el 29 de septiembre la fiesta de San Micael o, también llamado, arcángel San Miguel. La época de San Micael se extiende a lo largo de cuatro semanas. Este arcángel reviste especial importante para nuestro tiempo. Hans Werner Shoroeder dice: “Hoy en día Micael no obra como arcángel sino como arkai, como espíritu inspirador de nuestro tiempo presente, como espíritu inspirador de nuestra cultura. Se ha alzado desde el reino de los arcángeles, por un tiempo, a una atalaya más alta, por así decirlo, y está equipado para poner su poder absoluto al servicio del desarrollo de la humanidad entera, y no de un pueblo en particular.” Micael como representante de Cristo quiere guiarnos a la realidad que el mismo Cristo expresó en las palabras: “Donde dos o más están en mi nombre; allí estoy yo también.”. Para lograr sus fines Micael obra con la esencia de Cristo (el amor, la verdad y la libertad). Los adversarios representan la fuerza del dragón y su meta es la antipatía, la división y la desunión. Sus herramientas son el miedo y la mentira. MI- CA-EL es un nombre y una pregunta al mismo tiempo (en hebreo: ¿quién- es como- Dios?). La respuesta es: todo hombre o ser humano porque estamos creados a su imagen y semejanza. Tenemos su soplo de vida. Su chispa divina es nuestro ser eterno. Y la respuesta es a la vez: ningún hombre todavía. Estamos entre ambas respuestas viviendo la aventura de Cristo que es Su Devenir y Micael es nuestro guía y defensor en el espíritu frente al enemigo que quiere impedir ese devenir. Esta era del mundo nos da el espacio y los medios para entender y comenzar a poner en práctica un nuevo pueblo, el pueblo de Micael o Nueva Jerusalém. Un pueblo donde los hombres se unan por el simple hecho de que cada uno siente en sí al Cristo y percibe Su fuerza salutífera queriendo obrar también en el prójimo. Esto va más allá de las uniones por simpatía, por idioma, por sangre, por nación o cultura. Una de las tareas más importantes de Micael es la de infundir en la humanidad el

poder de reconocer la realidad del espíritu, de modo que el hombre llegue, paso a paso, a experimentarlo y a permitirle que se transforme en una fuerza que obre efectivamente en sus actos.

Micael es el ayudante del hombre, que lo anima en su lucha contra el mal, contra los adversarios. Micael contiene la fuerza superior del mal dentro de ciertos límites (al dragón), así crea un espacio libre en que el hombre mismo puede desarrollar su propia actividad.

La experiencia de la naturaleza durante el otoño, aquella del morir, iluminada por brillantes colores, que surge de la muerte, o sea, la resurrección, cuyo protector es Micael. En este umbral Micael nos muestra el camino a una vida superior, vida vivida en unión consciente con el espíritu. En todos sus actos, Micael, servidor de Cristo, quiere llevar al hombre a una comprensión y una experiencia del Cristo y de todo lo que Él ha hecho por nosotros. La mesa del almuerzo debe servir de silenciosa expresión de gratitud por la cosecha. En la medida en que el niño participa en su arreglo, despertará en él, de manera muy suave, una relación con los más profundos misterios del cristianismo.

Una época de Micael celebrada conscientemente animará al niño a tener coraje para vivir y actuar.

En esta fiesta micaélica deberás sentir cómo han de crecer en ti las fuerzas que combaten el agotamiento y el temor y que han de desarrollarse hacia la iniciativa interior, hacia la volición libre, fuerte y valiente; has de concebir la fiesta de San Micael como exaltación de la voluntad poderosa. El festejo de Micael deberá representar la fiesta de la vigorosa volición. En esta fiesta habrá de celebrarse la renovación de todo el estado anímico de la humanidad, que renueve a todo el ser humano interno.

El Arcángel Micael es un símbolo que representa el esfuerzo de nuestro Ser Interno, de nuestra Esencia, en su afán de trascender las fuerzas involutivas propias de nuestra parte humana como son los miedos, los apegos y las creencias.

Representa también el valor que tenemos de abandonar la efímera ilusión del espacio-tiempo, y abrirnos hacia lo eterno, real y permanente. Su espada (mano derecha) simboliza La Verdad, es decir: Ser Honesto con uno mismo y con los demás.

El dragón sometido bajo sus pies representa El Equilibrio entre La Compasión y La Firmeza. Para explicar esto de manera más clara: si el Arcángel se desequilibra y se vuelve muy compasivo, cae en la permisividad y el dragón se aprovechará de él, lo engañará y manipulará para vencerlo en el combate. En el caso contrario, si el Arcángel se vuelve muy rudo y se excede en la fuerza, deja de ser firme para volverse violento, cayendo en la ira, desestabilizándose, perdiendo poder y permitiendo que el dragón le gane el combate.

“Debemos erradicar del alma todo miedo y temor que el futuro pueda traer al hombre. Debemos adquirir serenidad en todos los sentimientos y emociones con respecto al futuro. Debemos mirar con absoluta ecuanimidad todo cuanto pueda venir. Y debemos pensar solamente que todo cuanto venga, nos será dado por una dirección universal, llena de sabiduría. Esto es parte de lo que tenemos que aprender en esta era, saber vivir con pura confianza, sin ninguna inseguridad en la existencia; confianza en la ayuda siempre presente del mundo espiritual. En verdad nada tendrá valor si el coraje nos falta. Disciplinemos nuestra voluntad y busquemos el despertar interior, todas las mañanas y todas las noches.”

– Rudolf Steiner